Calahorra, guía arqueológica

14 de diciembre de 2017

PEÑAHITERO La tumba del príncipe celta - Fitero

En este artículo vamos a tratar de un yacimiento arqueológico muy especial. Además de un potente sistema defensivo, en Peñahitero se encontró una tumba única den la Península Ibérica, la tumba de un príncipe o jefe celta de gran contenido simbólico y ritual datada en el siglo VI a.C. Además está tumba se hallaba en un lugar extaño. Estaba encastrada en medio de la muralla que protegía el poblado protohistórico de Peñahitero.

El castro de Peñahitero toma el nombre de la peña dónde se encuentra, un resalte rocoso sobre la fértil vega del río Alhama. Se encuentra a poco más de dos km de Fitero, localidad navarra que se encuentra al sur de la Comunidad Foral.
Ya desde antiguo se habían apreciado en el lugar restos de construcciones antiguas. Pero fue con las excavaciones dirigidas por Manuel Medrano y María Antonia Díaz en los años 2004 y 2005 cuando el yacimiento empezó a dar señales de su singularidad.



El poblado de Peñahitero aprovecha como muchos otros castros de la Edad del Bronce la naturaleza, el relieve, para su protección. Así su vertiente sur cae a pico sobre la vega del río Alhama haciendo este lugar en inaccesible. En la vertiente este norte y oeste el poblado estaba defendido por una potente muralla de la que hoy podemos apreciar un importante tramo en su vertiente oriental que es la zona donde se ejecutaron las excavaciones dirigidas por Manuel Medrano. Allí podemos ver un gran lienzo de muralla de casi 30 metros de longitud que en algún caso alcanza casi los 3 metros de altura. La muralla delimitaba la parte superior del poblado, lo que podemos llamar acrópolis, que ocupaba 900 metros cuadrados en la parte más alta del cerro. A unos metros de esta primera muralla había otro recinto amurallado concéntrico. Entre las dos murallas entre los cuales también los arqueólogos han excavado la planta de varias casas o recintos, que podría ser casas o instalaciones de actividad industrial (metalurgia o molienda de grano).
Con estas dos murallas no acaban las defensas del poblado. Los arqueólogos han localizado los restos de dos torres una a cada extremo del la muralla oriental. En el torreón norte todavía podemos ver un gran derrumbe de piedras que marca su ubicación.


También en el sector oriental, en una cota de altura inferior, tras la segunda muralla, podemos apreciar varios terraplenes hoy son usados como bancales. Estos terraplenes dificultaban aun más el acceso al poblado.
En las excavaciones arqueológicas también se encontró en esta ladera un campo de piedras hincadas, método defensa que consistía en plantar en el terreno piedras puntiagudas de unos 45 cm de altura de tal manera que así se evitaba el rápido acercamiento del enemigo a la muralla. Por un lado las piedras podían herir a las caballerías y a los infantes y por otro lado al obligar a la ralentización de la aproximación del enemigo le hacía más vulnerable a los venablos, proyectiles de hona, lanzas y demás armas arrojadizas de los defensores.
Pues si la muralla sacada a la luz por Medrano y su equipo es uno de los restos constructivos de la Edad del Hierro más importantes de navarra, todavía adquiere más relevancia histórica por la sorpresa que guardaba en su interior. En la muralla apareció una tumba que se hizo a modo de habitación encastrada en la caja de la muralla. Una habitación de unos 10 metros cuadrados que se utilizó para enterrar a un personaje muy especial. O mejor dicho para enterrar su cabeza. Ese habitáculo rectangular sirvió para que se enterrara la cabeza de un varón adulto de avanzada edad. Además con el cráneo apareció un casco de clara tipología centroeuropea. A esto se añade que en Peñahitero también han aparecido cerámicas también típicas del mundo celta de más allá de los Pirineos. Esto ha hecho que Manuel Medrano considere que no nos encontramos ante un poblado de la Edad del Hierro como otros muchos de los que se han hallado en Navarra y de los que este libro es prueba. Nos encontraríamos ante la residencia fortificada de un gran jefe militar celta, cuyo linaje dominaría estas tierras de La Vega del Alhama.
Habitación funeraria del príncipe celta de Peñahitero
El enterramiento tenía un claro carácter simbólico. Los celtas consideraban que el alma se encontraba en la cabeza. La cabeza del gran lider permanecería para siempre con su pueblo. Su tumba encastrada en la muralla haría a la muralla más fuerte, indestructible, inabordable para el enemigo. El enterramiento de la cabeza de ese jefe en la muralla protegería mágicamente la integridad del castro. Entre el ajuar del jefe guerrero aparecieron colmillos de jabalí y la cornamenta de un ciervo. Ambos elementos tienen también un significado simbólico. El jabalí representa el valor, ya que no para de atacar aunque esté herido. La cornamenta del ciervo es la corona del rey del bosque y por tanto un símbolo de jerarquía. También puede representar al dios celta Cernnunos, ya que la cornamenta del ciervo es su atributo.
Tanto el enterramiento como la tipología de parte de las cerámicas encontradas en el yacimiento ha hecho a Manuel Medrano presentar la hipótesis de que en Peñahitero se estableció un grupo venido del otro lado de los Pirineos. Desde este enclave fortificado de Peñahitero, y es de suponer que por medios militares, se harían con el control de esta zona que aparte de su gran fertilidad agrícola también es un corredor de paso importante que comunica la zona sur de Navarra, el valle del Ebro, con las llanuras de Soria y con la Meseta.
Con el enterramiento del príncipe celta no acaban las sorpresas arqueológicas de Peñahitero. También junto a la muralla aparecieron dos enterramientos infantiles muy inusuales. El primero pertenecía a un niño de entre 5 y 7 años. Sus pies aparecían apoyados en el interior de la muralla. y también como en el enterramiento del gran jefe, apareció con una cornamenta de ciervo y con colmillos de jabalí. ¿Tenía relación este chaval con el gran jefe? ¿Era su heredero? No lo podemos saber pero sería posible. Por otra parte es muy raro que un chico de esa edad aparezca enterrado. Celtíberos y celtas incineraban los cadáveres de los niños muertos cuando morían con más de un año de edad. Sin duda este chaval fue especial para recibir este tipo de enterramiento.
También muy cerca de este enterramiento, en la parte norte de la muralla y cerca del torreón, apareció el enterramiento de otro niño. Este era más pequeño, seguramente de menos de un año. Celtas y celtíberos enterraban a los niños de la tribu que morían antes de cumplir un año. Pero no lo hacían junto a la muralla, lo hacían bajo el suelo de las casas. Era su manera simbólica de seguir acogiendo al pequeño junto a la familia. Es decir este enterramiento también se sale de la norma.
Peñahitero tiene todavía mucho que ofrecer, ya que su parte superior está en su mayor parte sin excavar. En esta parte superior del cerro se supone que estarían las casas del poblado.
Cuando visité Peñahitero algo me llamó la atención. Justo junto al cortado de cae a pico sobre la vega del Alhama pude ver lo que parecían ser unos agujeros practicados artificialmente y lo que parecía los restos de un gran círculo tallado en la roca junto al despeñadero. Y a pocos metros, aunque esto es una simple suposición, parece haber unas gradas también excavadas en la roca pero de las que no se puede decir con seguridad ya que la erosión las ha desfigurado en gran parte y podrían ser de origen natura. Desde aquí, se tienen las mejores panorámicas de la zona. Está terraza rocosa está orientada hacia el sur dominando también el este y el oeste. ¿Podemos aventurar la hipótesis que en esta parte del poblado fuera un santuario? ¿Podría ser que todo el poblado tuviera la consideración de lugar sagrado?. Quizás sea más correcto pensar que esta cornisa rocosa sobre el valle podría ser un lugar de ceremonias dentro del poblado, ya que la aparición de casi un centenar de molinos en las excavaciones nos informan que aquí se molía el grano, es decir se tenía una importante actividad industrial más relacionada con la vida normal que con lo propio de un santuario.
Terraza rocosa de Peñahitero. Fitero al fondo.
Estos molinos también son prueba de que en este lugar se concentraban los excedentes de los alrededores. Es otro indicio a favor de que el poblado fortificado de Peñahitero era un centro de control de esta parte de la vega del Alhama.
Por último en la parte oeste del poblado, donde no ha quedado restos de la muralla todavía se puede apreciar la huella de lo que debió ser un foso hoy ocupado por el campo de olivos que está justo al lado del montículo sobre el que se alza el poblado protohistórico. Un poco más allá, donde comienza la pista de tierra que lleva al poblado, hay otra pequeña hondonada y un pequeñísimo alto dónde hoy está instalado un cartel. Aquí pudo haber un antecastro que facilitaría la defensa del poblado por este sector.
Podemos acabar la visita al castro disfrutando de las panorámicas que se tienen del del mismo. Hacia el oeste podemos ver Fitero y más atrás las alturas dónde se encuentra la Peña del Saco, otro poblado de la Edad del Hierro ya limitando con la comunidad de La Rioja. Hacia el oeste podemos ver el pueblo de Cintruénigo. A los pies del cerro de Peñahitero se extiende la fértil vega del Alhama, que seguro también cultivaron los que aquí habitaron en el pasado y que hoy podemos ver ocupada por fincas de frutales y productivas huertas.
En definitiva Peñahitero es un poblado que le sale de lo normal, enclavado en zona limítrofe de los poblados vascones con zonas dominadas por otros pueblos celtíberos. EL lugar parece que fue ocupado por gentes que vinieron desde muy lejos y que aquí se establecieron ejerciendo un control sobre el territorio y la producción. Seguro que no lo tuvieron fácil. Los arqueólogos han hallado restos que al menos dos incendios que provocaron daños tanto en la muralla como en el poblado. Parecen pruebas de ataques al poblado.
No se sabe exactamente cuando se abandona el poblado. Primeramente se creía que fue abandonado en el siglo IV a.C. Pero la aparición de un casco del siglo I a.C hace pensar que todavía estaba ocupado cuando los romanos invadieron esta zona de lo que hoy es Navarra.
Desgraciadamente cuando visité el poblado, a finales del año 2017, la vegetación y las inclemencias del tiempo estaban perjudicando poco a poco este importante yacimiento arqueológico. En Peñahitero se debería limpiar la maleza, consolidar sus muros y ponerse en valor para la visita. Pero se ve que con la desaparición del gran jefe que hoy reposara en algún museo o almacén arqueológico, el poblado dejo de estar protegido por su espíritu. Por eso ahora nos toca a nosotros cuidarlo puesto que este yacimiento es una joya arqueológica e histórica no solo de Fitero y de Navarra, sino también de la Edad del Hierro y del mundo celta.
En este enlace tienes la rutapara llegar al yacimiento de Peñahitero. Ya sabes: respeta, cuida, limpia y mejora el yacimiento si lo visitas. No dejes ninguna basura y si ves alguna recogela. Que el que venga detrás de tí pueda disfrutarlo y sentir a través de estos viejos muros el palpitar del pasado.

Bibliografía:
Manuel María Medrano Marqués, María Antonia Díaz Sanz
Trabajos de arqueología NavarraISSN 0211-5174, Nº 20, 2007-2008págs. 5-44


Manuel María Medrano Marqués, María Antonia Díaz Sanz
Trabajos de arqueología NavarraISSN 0211-5174, Nº 19, 2006págs. 45-84


María Antonia Díaz Sanz, Manuel María Medrano Marqués
Saldvie: Estudios de prehistoria y arqueologíaISSN 1576-6454, Nº. 3, 2003págs. 395-405


© Julio Asunción

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