Calahorra, guía arqueológica

7 de abril de 2020

CASTRO DE SANTA MARINA Ayesa



Las ruinas de la ermita de Santa Marina se encuentran a 700 metros de la localidad navarra de Ayesa, sobre un espolón de monte que se levanta sobre el pueblo. Al lugar se llega en unos 15 minutos caminando desde el pueblo, por una cómoda pista. Allí, sin esperarlo, cuando hacía una ruta para subir a la cima de Santa Ágata, encontré un castro que no me consta que esté catalogado.
Tras haber visitado casi 200 castros de la Edad del Hierro en Navarra y haber publicado el libro Pueblos guerreros de Navarra. Guía arqueológica de los castros vascones, celtíberos y berones de la Edad del Hierro, donde hago un repaso a algunos de los castros más importantes de Navarra, me son familiares los elementos que caracterizan estos poblados fortificados de hace más de 2.000 años. Es cierto que harían falta excavaciones o una prospección para confirmar de manera definitiva la antigüedad de este yacimiento arqueológico, pero creo que aquí se dan indicios más que suficientes para reconocer uno de estos poblados fortificados de la Edad del Hierro.
Localización del castro de Santa Marina. Coordenadas 42,57085º N 1,42491ºW

Las ruinas de la ermita dedicada a Santa Marina todavía se pueden ver en el lugar. Por eso creo que el nombre más adecuado para este castro es el de Castro de Santa Marina.
Ruinas de la ermita de Santa Marina en Ayesa

El poblado protohistórico aprovechaba perfectamente las posibilidades defensivas que otorgaba el espolón de monte donde se encuentra para facilitar la defensa de sus habitantes ante agresiones exteriores. Estaba protegido perfectamente de manera natural por los fuertes desniveles del terreno en los flancos este, oeste y sur.
En el flanco norte, el más accesible, donde el espolón donde se encuentra el castro se une al monte, se concentraron las principales defensas. Son la huella y el mejor indicio de la existencia en este lugar de un poblado fortificado de la Edad de Hierro.
Junto a la actual pista que pasa junto al poblado, por la que accedemos al mismo, podemos ver el foso que lo protegía. Se encontraba delante de la muralla. Esta ha quedado fosilizada en el terreno en el terraplén sobre el que se levanta las ruinas de la ermita. Con toda probabilidad, la misma ermita fue construida con sillares de la antigua muralla protohistórica que habría sido desmontada en los siglos posteriores.
Foso del castro de Santa Marina de Ayesa

También podemos ver muchos sillares de la antigua muralla que cerraba el acceso al castro en el interior del foso.
Sillares de la muralla del castro de Santa Marina

Es posible que el castro estuviera protegido por un doble foso. El segundo foso podría haber estado en lo que hoy es la pista que pasa delante del castro. Posteriormente este foso habría sido colmatado con la construcción de la pista. Esto sólo podría comprobarse mediante excavación arqueológica.
Pista que pasa junto al castro de Santa Marina. Quizás aquí hubo un segundo foso.

El interior del castro de Santa Marina puede recorrerse con alguna dificultad debido a la vegetación que lo cubre buena parte de su extensión. No obstante, podemos ver como la superficie de cerro fue aterrazada en, al menos, dos recintos. El primero sería el espacio abierto o pequeña pradera que se abre junto a las actuales ruinas de la ermita. Entre este primer recinto y el segundo, que se encuentra a una cota de altura algo más baja, se puede apreciar un terraplén y sillares, que podían ser de una segunda muralla, o más probablemente de un muro de contención de tierras para el aterrazamiento de las superficies de habitación para la mejor y más fácil ubicación de las viviendas.
Terraplén y sillares de separación entre los dos recintos del castro de Santa Marina

Un pequeño sendero se abre camino entre la vegetación y nos lleva hasta el borde del precipicio que defendía el castro por el sur.
Podemos ver como por este flanco el poblado protohistórico era absolutamente inexpugnable. También, desde el borde del precipicio, podemos observar la ubicación estratégica que tenía este castro. Controla perfectamente el Valle de Aibar y tiene una excelente comunicación visual con otros castros del valle, como por ejemplo el castro de Eusi, que se encuentra a la salida del valle en dirección a Tafalla, o el más cercano castro de Santa Criz, que posteriormente se convertiría en una de las ciudades romanas más importantes de Navarra, la antigua Nemanturisa. Seguramente Nemanturisa pasaría a ser en tiempos romanos el lugar donde se concentraría la población de los castros cercanos, incluyendo la del castro de Santa Marina de Ayesa.
Panorámica desde el castro de Santa Marina de Ayesa. Al fondo Eslava.

Otro dato parece confirmar la existencia en el lugar del castro de la Edad del Hierro. En la Enciclopedia de Navarra se menciona, según una descripción del año 1802, que aquí habría existido un castillo. Las ruinas que hoy podemos ver no se corresponden con las de un castillo medieval. Pudo ser que se reaprovecharan las estructuras defensivas en la Edad Media, como ocurre en otros castros de la Edad del Hierro. Igualmente, muchos castros de Navarra se llaman “El Castillo” o “El Castillar”, haciendo referencia a las estructuras fortificadas existentes que, erróneamente, eran identificadas como medievales o de “tiempos de moros”. En realidad eran murallas y estructuras defensivas de la Edad del Hierro.
Podemos visitar el castro sin dificultad. Veremos el foso, el terraplén de la muralla, las ruinas de la ermita medieval y unas excelentes panorámicas. Un buen plan para viajar al pasado en un cómodo y corto paseo desde Ayesa. Esta localidad tiene, en el castro de Ayesa, su patrimonio más antiguo.


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