Las ruinas
de la ermita de Santa Marina se encuentran a 700 metros de la
localidad navarra de Ayesa, sobre un espolón de monte que se levanta
sobre el pueblo. Al lugar se llega en unos 15 minutos caminando desde
el pueblo, por una cómoda pista. Allí, sin esperarlo, cuando hacía
una ruta para subir a la cima de Santa Ágata, encontré
un castro que no me consta que esté catalogado.
Tras haber visitado casi 200
castros de la Edad del Hierro en Navarra y haber
publicado el libro Pueblos guerreros de Navarra. Guía arqueológica de los castros vascones, celtíberos y berones de la Edad del Hierro, donde hago un
repaso a algunos de los castros más importantes de Navarra, me son
familiares los elementos que caracterizan estos poblados fortificados
de hace más de 2.000 años. Es cierto que harían falta excavaciones o una prospección para confirmar de manera definitiva la antigüedad de este yacimiento arqueológico, pero creo que aquí se dan indicios más que suficientes para reconocer uno de estos poblados fortificados de la Edad del Hierro.
Localización del castro de Santa Marina. Coordenadas 42,57085º N 1,42491ºW |
Las ruinas
de la ermita dedicada a Santa Marina todavía se pueden ver en el
lugar. Por eso creo que el nombre más adecuado para este castro es
el de Castro de Santa Marina.
Ruinas de la ermita de Santa Marina en Ayesa |
El poblado
protohistórico aprovechaba
perfectamente las posibilidades defensivas que otorgaba el espolón
de monte donde se encuentra para facilitar la defensa de sus habitantes ante agresiones exteriores. Estaba protegido
perfectamente de manera natural por los fuertes desniveles del
terreno en los flancos este, oeste y sur.
En el
flanco norte, el más accesible, donde el espolón donde se encuentra el castro se une al monte, se concentraron las principales
defensas. Son la huella y el mejor indicio de la existencia en este
lugar de un poblado fortificado de la Edad de Hierro.
Junto a la
actual pista que pasa junto al poblado, por la que accedemos al
mismo, podemos ver el foso que lo protegía. Se encontraba delante de
la muralla. Esta ha quedado fosilizada en el terreno en el terraplén
sobre el que se levanta las ruinas de la ermita. Con toda
probabilidad, la misma ermita fue construida con sillares de la
antigua muralla protohistórica que habría sido desmontada en los
siglos posteriores.
Foso del castro de Santa Marina de Ayesa |
También
podemos ver muchos sillares de la antigua muralla que cerraba el
acceso al castro en el interior del foso.
Sillares de la muralla del castro de Santa Marina |
Es posible que el castro
estuviera protegido por un doble foso. El segundo foso podría haber
estado en lo que hoy es la pista que pasa delante del castro.
Posteriormente este foso habría sido colmatado con la construcción
de la pista. Esto sólo podría comprobarse mediante excavación
arqueológica.
Pista que pasa junto al castro de Santa Marina. Quizás aquí hubo un segundo foso. |
El interior
del castro de Santa Marina puede recorrerse con alguna dificultad
debido a la vegetación que lo cubre buena parte de su extensión. No
obstante, podemos ver como la superficie de cerro fue aterrazada en,
al menos, dos recintos. El primero sería el espacio abierto o
pequeña pradera que se abre junto a las actuales ruinas de la
ermita. Entre este primer recinto y el segundo, que se encuentra
a una cota de altura algo más baja, se puede apreciar un terraplén y sillares, que
podían ser de una segunda muralla, o más probablemente de un muro
de contención de tierras para el aterrazamiento de las superficies
de habitación para la mejor y más fácil ubicación de las
viviendas.
Terraplén y sillares de separación entre los dos recintos del castro de Santa Marina |
Un pequeño
sendero se abre camino entre la vegetación y nos lleva hasta el
borde del precipicio que defendía el castro por el sur.
Podemos ver
como por este flanco el poblado protohistórico era absolutamente
inexpugnable. También, desde el borde del precipicio, podemos
observar la ubicación estratégica que tenía este castro. Controla
perfectamente el Valle de Aibar y tiene una excelente comunicación
visual con otros castros del valle, como por ejemplo el
castro de Eusi, que se encuentra a la salida del valle en dirección
a Tafalla, o el más cercano castro de Santa Criz, que posteriormente
se convertiría en una de las ciudades romanas más importantes de
Navarra, la antigua Nemanturisa. Seguramente Nemanturisa pasaría
a ser en tiempos romanos el lugar donde se concentraría la población
de los castros cercanos, incluyendo la del castro de Santa Marina de
Ayesa.
Panorámica desde el castro de Santa Marina de Ayesa. Al fondo Eslava. |
Otro dato
parece confirmar la existencia en el lugar del castro de la Edad del
Hierro. En la Enciclopedia de Navarra se menciona, según una
descripción del año 1802, que aquí habría existido un
castillo. Las ruinas que hoy podemos ver no se corresponden con las
de un castillo medieval. Pudo ser que se reaprovecharan las
estructuras defensivas en la Edad Media, como ocurre en otros castros
de la Edad del Hierro. Igualmente, muchos castros de Navarra se
llaman “El Castillo” o “El Castillar”, haciendo referencia a
las estructuras fortificadas existentes que, erróneamente, eran
identificadas como medievales o de “tiempos de moros”. En
realidad eran murallas y estructuras defensivas de la Edad del
Hierro.
Podemos visitar el castro sin
dificultad. Veremos el foso, el terraplén de la muralla, las ruinas
de la ermita medieval y unas excelentes panorámicas. Un buen plan
para viajar al pasado en un cómodo y corto paseo desde Ayesa. Esta
localidad tiene, en el castro de Ayesa, su patrimonio más antiguo.
© Julio Asunción
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