Las Eretas de Berbinzana es un poblado de la Edad del Hierro datado en los siglos VI-IV a.C. El nombre le viene de las eras que había en el terreno donde se asienta el yacimiento, donde se realizaban las labores de trilla de la mies en los meses estivales.
En el segundo milenio antes de Cristo se extendió por buena parte de Europa el ritual funerario de incinerar a los muertos y depositar las cenizas en urnas u otros tipos de contenedores para luego enterrarlas en necrópolis situadas fuera de los poblados. Estas prácticas se extendieron desde el Europa Central y zonas atlánticas interiores hacia el sur y el occidente de Europa. Es la llamada “cultura de los Campos de Urnas”. En la Península estas influencias llegaron en el paso del segundo al primer milenio a.C. Las últimas investigaciones hablan más de aculturación que de inmigración de grandes contingentes de pobladores del otro lado del Pirineo. No sólo cambian los modos de enterramiento. Se generaliza el uso de los metales con la multiplicación de los centros metalúrgicos. Los grupos humanos son más numerosos y jerarquizados. Se produce una intensificación de las relaciones comerciales con el uso del carro y el caballo como animal de tiro.
Las Eretas se enmarca dentro de esta órbita cultural cuyas influencias llegaron hasta Navarra por el Ebro y los pasos pirenaicos.
El terreno donde está situado el poblado de la Edad de Hierro de las Eretas estaba destinado a un complejo deportivo municipal. Ante el interés de los hallazgos, fruto de las excavaciones de los años 1.991 y 1.992 dirigidas por Javier Armendáriz Martija, se decidió preservar el yacimiento y tras las campañas de 1.994, 1.995 y 1996, el Ayuntamiento de Berbinzana procedió a ponerlo en valor y habilitarlo para la visita.
Berbinzana cuenta hoy con algo más de 700 habitantes. Situado a orillas del río Arga, ya desde la antigüedad era un lugar idóneo para el establecimiento de grupos humanos que aprovechaban las tierras fértiles del entorno.
La ubicación del poblado es poco habitual. Generalmente los asentamientos de la Edad del Hierro ocupaban cerros para mejorar su defensa en este periodo de movimientos poblacionales y conflictos por el dominio del territorio. Las Eretas, en cambio, se encuentra en la llanura aluvial que forma el Arga. Para cubrir las necesidades de defensa, se levantó una potente muralla de metro y medio de espesor que estaba reforzada con bastiones cúbicos destacados en planta. El aparejo es de sillarejo hecho con grandes bloques que en algunos casos llegan al metro de largo. La muralla alcanzaba los cuatro metros de altura y estaba rematada por una empalizada de madera. Imponente debía ser en aquel entonces, hace 2.500 años, la perspectiva del poblado junto al río.
Las excavaciones han dado muestras de un urbanismo avanzado. Las casas se articulan en torno a una calle central que recorre en toda su extensión el poblado. La calle fue pavimentada primeramente con cantos rodados y posteriormente con losas de piedra. Junto a la entrada, en el sector suroeste, la muralla se complementa con un bastión para reforzar la defensa del acceso a la ciudad. Las viviendas son de planta rectangular adosadas a la muralla por uno de los lados cortos. En el opuesto se sitúa la puerta, que da a la calle principal. Se levantaban con muro de tapial sobre zócalo de piedra y techumbre vegetal a una sola vertiente.
Se ha localizado también en el poblado un obrador para la elaboración de pan con dos hornos.
Entre los materiales encontrados en la excavación destaca un molde de fundición para hachas que acredita la práctica de la metalurgia en el poblado de Las Eretas.
Otros hallazgos de importancia, estos relacionados con las creencias de ultratumba, son los seis enterramientos infantiles que han aparecido en el poblado. Las necrópolis de incineración estaban extramuros, fuera de las murallas del poblado. En cambio, los niños no eran incinerados. Si morían antes de la dentición, es decir, en el nacimiento o durante los primeros meses de vida, eran inhumados en el interior del poblado, bajo el suelo de las viviendas. Parece que los bebés fallecidos no eran considerados todavía integrantes de pleno derecho del grupo social. En las excavaciones arqueológicas del poblado de las Eretas aparecieron seis enterramientos infantiles. Este ritual funerario diferenciado aparece en más poblados protohistóricos, como el Alto de la Cruz, la Peña del Saco, etc. En las Eretas además se dio un hallazgo inusual: apareció un doble enterramiento de niños. Eran gemelos.
También se han encontrado molinos de mano de tipo barquiforme que nos hablan de la actividad principal a la que se dedicaban los habitantes del poblado: la agricultura.
El poblado de Las Eretas, declarado Bien de Interés Cultural, es un ejemplo de actuación arqueológica y didáctica. En 2.002 fue abierto al público. El área excavada es aproximadamente la quinta parte de la superficie que debió ocupar el poblado. Se estima que en el poblado de las Eretas vivieron entre 150 y 200 personas.
Para la mejor comprensión del poblado protohistórico, se ha reconstruido parcialmente su muralla, una torre y una vivienda de la época. El museo abierto junto al poblado facilita la comprensión del yacimiento. Conocer Las Eretas es un ameno acercamiento a la vida en la Edad del Hierro.
© Julio Asunción
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