En este artículo vamos a tratar de un yacimiento arqueológico muy especial. Además de un
potente sistema defensivo, en Peñahitero se encontró una tumba
única den la Península Ibérica, la tumba de un príncipe o jefe
celta de gran contenido simbólico y ritual datada en el siglo VI a.C. Además está tumba se
hallaba en un lugar extaño. Estaba encastrada en medio de la muralla
que protegía el poblado protohistórico de Peñahitero.
El castro de Peñahitero toma el nombre de la peña dónde se encuentra, un resalte rocoso sobre la fértil vega del río Alhama. Se encuentra a poco más de dos km de Fitero, localidad navarra que se encuentra al sur de la Comunidad Foral.
El castro de Peñahitero toma el nombre de la peña dónde se encuentra, un resalte rocoso sobre la fértil vega del río Alhama. Se encuentra a poco más de dos km de Fitero, localidad navarra que se encuentra al sur de la Comunidad Foral.
Ya desde antiguo se habían
apreciado en el lugar restos de construcciones antiguas. Pero fue con
las excavaciones dirigidas por Manuel Medrano y María Antonia Díaz en los años 2004 y
2005 cuando el yacimiento empezó a dar señales de su singularidad.
El poblado
de Peñahitero aprovecha como muchos otros castros de la Edad del
Bronce la naturaleza, el relieve, para su protección. Así su
vertiente sur cae a pico sobre la vega del río Alhama haciendo este
lugar en inaccesible. En la vertiente este norte y oeste el poblado
estaba defendido por una potente muralla de la que hoy podemos
apreciar un importante tramo en su vertiente oriental que es la zona
donde se ejecutaron las excavaciones dirigidas por Manuel Medrano.
Allí podemos ver un gran lienzo de muralla de casi 30 metros de
longitud que en algún caso alcanza casi los 3 metros de altura. La
muralla delimitaba la parte superior del poblado, lo que podemos
llamar acrópolis, que ocupaba 900 metros cuadrados en la parte más
alta del cerro. A unos metros de esta primera muralla había otro
recinto amurallado concéntrico. Entre las dos murallas entre los
cuales también los arqueólogos han excavado la planta de varias
casas o recintos, que podría ser casas o instalaciones de actividad
industrial (metalurgia o molienda de grano).
Con estas dos murallas no
acaban las defensas del poblado. Los arqueólogos han localizado los
restos de dos torres una a cada extremo del la muralla oriental. En
el torreón norte todavía podemos ver un gran derrumbe de piedras
que marca su ubicación.
También en el sector oriental, en una cota de altura inferior, tras la segunda muralla, podemos apreciar varios terraplenes hoy son usados como bancales. Estos terraplenes dificultaban aun más el acceso al poblado.
También en el sector oriental, en una cota de altura inferior, tras la segunda muralla, podemos apreciar varios terraplenes hoy son usados como bancales. Estos terraplenes dificultaban aun más el acceso al poblado.
En las excavaciones
arqueológicas también se encontró en esta ladera un campo de
piedras hincadas, método defensa que consistía en plantar en el
terreno piedras puntiagudas de unos 45 cm de altura de tal manera que
así se evitaba el rápido acercamiento del enemigo a la muralla. Por
un lado las piedras podían herir a las caballerías y a los infantes
y por otro lado al obligar a la ralentización de la aproximación
del enemigo le hacía más vulnerable a los venablos, proyectiles de
hona, lanzas y demás armas arrojadizas de los defensores.
Pues si la
muralla sacada a la luz por Medrano y su equipo es uno de los restos
constructivos de la Edad del Hierro más importantes de navarra,
todavía adquiere más relevancia histórica por la sorpresa que
guardaba en su interior. En la muralla apareció una tumba que se
hizo a modo de habitación encastrada en la caja de la muralla. Una
habitación de unos 10 metros cuadrados que se utilizó para enterrar
a un personaje muy especial. O mejor dicho para enterrar su cabeza.
Ese habitáculo rectangular sirvió para que se enterrara la cabeza
de un varón adulto de avanzada edad. Además con el cráneo apareció
un casco de clara tipología centroeuropea. A esto se añade que en
Peñahitero también han aparecido cerámicas también típicas del
mundo celta de más allá de los Pirineos. Esto ha hecho que Manuel
Medrano considere que no nos encontramos ante un poblado de la Edad
del Hierro como otros muchos de los que se han hallado en Navarra y
de los que este libro es prueba. Nos encontraríamos ante la
residencia fortificada de un gran jefe militar celta, cuyo linaje
dominaría estas tierras de La Vega del Alhama.
Habitación funeraria del príncipe celta de Peñahitero |
El enterramiento tenía un
claro carácter simbólico. Los celtas consideraban que el alma se
encontraba en la cabeza. La cabeza del gran lider permanecería para
siempre con su pueblo. Su tumba encastrada en la muralla haría a la
muralla más fuerte, indestructible, inabordable para el enemigo. El
enterramiento de la cabeza de ese jefe en la muralla protegería
mágicamente la integridad del castro. Entre el ajuar del jefe
guerrero aparecieron colmillos de jabalí y la cornamenta de un
ciervo. Ambos elementos tienen también un significado simbólico. El
jabalí representa el valor, ya que no para de atacar aunque esté
herido. La cornamenta del ciervo es la corona del rey del bosque y
por tanto un símbolo de jerarquía. También puede representar al
dios celta Cernnunos, ya que la cornamenta del ciervo es su atributo.
Tanto el
enterramiento como la tipología de parte de las cerámicas
encontradas en el yacimiento ha hecho a Manuel Medrano presentar la
hipótesis de que en Peñahitero se estableció un grupo venido del
otro lado de los Pirineos. Desde este enclave fortificado de
Peñahitero, y es de suponer que por medios militares, se harían con
el control de esta zona que aparte de su gran fertilidad agrícola
también es un corredor de paso importante que comunica la zona sur
de Navarra, el valle del Ebro, con las llanuras de Soria y con la
Meseta.
Con el enterramiento del
príncipe celta no acaban las sorpresas arqueológicas de Peñahitero.
También junto a la muralla aparecieron dos enterramientos infantiles
muy inusuales. El primero pertenecía a un niño de entre 5 y 7 años.
Sus pies aparecían apoyados en el interior de la muralla. y también
como en el enterramiento del gran jefe, apareció con una cornamenta
de ciervo y con colmillos de jabalí. ¿Tenía relación este chaval
con el gran jefe? ¿Era su heredero? No lo podemos saber pero sería
posible. Por otra parte es muy raro que un chico de esa edad aparezca
enterrado. Celtíberos y celtas incineraban los cadáveres de los
niños muertos cuando morían con más de un año de edad. Sin duda
este chaval fue especial para recibir este tipo de enterramiento.
También muy cerca de este
enterramiento, en la parte norte de la muralla y cerca del torreón,
apareció el enterramiento de otro niño. Este era más pequeño,
seguramente de menos de un año. Celtas y celtíberos enterraban a
los niños de la tribu que morían antes de cumplir un año. Pero no
lo hacían junto a la muralla, lo hacían bajo el suelo de las casas.
Era su manera simbólica de seguir acogiendo al pequeño junto a la
familia. Es decir este enterramiento también se sale de la norma.
Peñahitero tiene todavía
mucho que ofrecer, ya que su parte superior está en su mayor parte
sin excavar. En esta parte superior del cerro se supone que estarían
las casas del poblado.
Cuando
visité Peñahitero algo me llamó la atención. Justo junto al
cortado de cae a pico sobre la vega del Alhama pude ver lo que
parecían ser unos agujeros practicados artificialmente y lo que
parecía los restos de un gran círculo tallado en la roca junto al
despeñadero. Y a pocos metros, aunque esto es una simple suposición,
parece haber unas gradas también excavadas en la roca pero de las
que no se puede decir con seguridad ya que la erosión las ha
desfigurado en gran parte y podrían ser de origen natura. Desde
aquí, se tienen las mejores panorámicas de la zona. Está terraza
rocosa está orientada hacia el sur dominando también el este y el
oeste. ¿Podemos aventurar la hipótesis que en esta parte del
poblado fuera un santuario? ¿Podría ser que todo el poblado tuviera
la consideración de lugar sagrado?. Quizás sea más correcto pensar
que esta cornisa rocosa sobre el valle podría ser un lugar de
ceremonias dentro del poblado, ya que la aparición de casi un
centenar de molinos en las excavaciones nos informan que aquí se
molía el grano, es decir se tenía una importante actividad
industrial más relacionada con la vida normal que con lo propio de
un santuario.
Terraza rocosa de Peñahitero. Fitero al fondo. |
Estos molinos también son
prueba de que en este lugar se concentraban los excedentes de los
alrededores. Es otro indicio a favor de que el poblado fortificado de
Peñahitero era un centro de control de esta parte de la vega del
Alhama.
Por último
en la parte oeste del poblado, donde no ha quedado restos de la
muralla todavía se puede apreciar la huella de lo que debió ser un
foso hoy ocupado por el campo de olivos que está justo al lado del
montículo sobre el que se alza el poblado protohistórico. Un poco
más allá, donde comienza la pista de tierra que lleva al poblado,
hay otra pequeña hondonada y un pequeñísimo alto dónde hoy está
instalado un cartel. Aquí pudo haber un antecastro que facilitaría
la defensa del poblado por este sector.
Podemos acabar la visita al
castro disfrutando de las panorámicas que se tienen del del mismo.
Hacia el oeste podemos ver Fitero y más atrás las alturas dónde se
encuentra la Peña del Saco, otro poblado de la Edad del Hierro ya
limitando con la comunidad de La Rioja. Hacia el oeste podemos ver el
pueblo de Cintruénigo. A los pies del cerro de Peñahitero se
extiende la fértil vega del Alhama, que seguro también cultivaron
los que aquí habitaron en el pasado y que hoy podemos ver ocupada
por fincas de frutales y productivas huertas.
En definitiva Peñahitero es
un poblado que le sale de lo normal, enclavado en zona limítrofe de
los poblados vascones con zonas dominadas por otros pueblos
celtíberos. EL lugar parece que fue ocupado por gentes que vinieron
desde muy lejos y que aquí se establecieron ejerciendo un control
sobre el territorio y la producción. Seguro que no lo tuvieron
fácil. Los arqueólogos han hallado restos que al menos dos
incendios que provocaron daños tanto en la muralla como en el
poblado. Parecen pruebas de ataques al poblado.
No se sabe exactamente cuando
se abandona el poblado. Primeramente se creía que fue abandonado en
el siglo IV a.C. Pero la aparición de un casco del siglo I a.C hace
pensar que todavía estaba ocupado cuando los romanos invadieron esta
zona de lo que hoy es Navarra.
Desgraciadamente
cuando visité el poblado, a finales del año 2017, la vegetación y
las inclemencias del tiempo estaban perjudicando poco a poco este
importante yacimiento arqueológico. En Peñahitero se debería
limpiar la maleza, consolidar sus muros y ponerse en valor para la
visita. Pero se ve que con la desaparición del gran jefe que hoy
reposara en algún museo o almacén arqueológico, el poblado dejo de
estar protegido por su espíritu. Por eso ahora nos toca a nosotros
cuidarlo puesto que este yacimiento es una joya arqueológica e
histórica no solo de Fitero y de Navarra, sino también de la Edad
del Hierro y del mundo celta.
En este enlace tienes la rutapara llegar al yacimiento de Peñahitero. Ya sabes: respeta, cuida,
limpia y mejora el yacimiento si lo visitas. No dejes ninguna basura
y si ves alguna recogela. Que el que venga detrás de tí pueda
disfrutarlo y sentir a través de estos viejos muros el palpitar del
pasado.
Bibliografía:
Bibliografía:
Manuel María Medrano Marqués, María Antonia Díaz Sanz
Trabajos de arqueología Navarra, ISSN 0211-5174, Nº 20, 2007-2008, págs. 5-44
Manuel María Medrano Marqués, María Antonia Díaz Sanz
Trabajos de arqueología Navarra, ISSN 0211-5174, Nº 19, 2006, págs. 45-84
María Antonia Díaz Sanz, Manuel María Medrano Marqués
Saldvie: Estudios de prehistoria y arqueología, ISSN 1576-6454, Nº. 3, 2003, págs. 395-405
© Julio Asunción