La cueva de Alaiz, también conocida en la bibliografía como cueva de Lezea, es uno de los yacimientos arqueológicos de ocupación más antigua de la Cuenca de Pamplona. Estuvo habitada en el Magdaleniense, la última fase del Paleolítico Superior, aproximadamente hace 10.000 años.
- Ruta a la Cueva de Alaiz desde Tiebas
La cueva de Alaiz recibe su nombre de la sierra en la que se encuentra: la sierra de Alaiz. La sierra de Alaiz, junto a la sierra del Perdón, marcan el límite sur de la Cuenca de Pamplona. Entre estas dos sierras se abre un estratégico paso por donde hoy pasa la carretera nacional y la autopista. Es el paso del Carrascal, verdadera puerta de entrada a la Cuenca de Pamplona. Ha sido un lugar sumamente importante para el control de la zona. Hace 10.000 años también lo era. Los cazadores que habitaron la cueva de Alaiz controlaban desde la boca de la cueva no sólo la Cuenca de Pamplona. También tenían el mejor control posible sobre el paso del Carrascal. De esta manera vigilaban los movimientos de las manadas de animales que eran su objetivo cinegético.
La sierra del Perdón y el paso del Carrascal desde la boca de la cueva de Alaiz
La cueva es en realidad un gran abrigo rocoso perfectamente iluminado por la luz natural. Tiene 30 metros de anchura por unos 9 metros de alto y 20 metros de profundidad. Se encuentra a 750 metros de altura (altura tomada con gps. En la bibliografía sobre el yacimiento se dice que está entre 800 y 850 metros, lo que es incorrecto). Las grandes dimensiones de la cueva de Alaiz hacen que sea visible desde lejos. Se abre entre la vegetación a media altura de la ladera norte cerca de la gran herida que la cantera de Alaiz hace en la sierra. La cantera se acerca peligrosamente al yacimiento arqueológico. Es necesario el conocimiento de la cueva de Alaiz para preservarla. No sólo es parte de la historia más antigua de la Cuenca de Pamplona, sino de toda Navarra. Son pocos los yacimientos del Paleolítico identificados en la Comunidad Foral. La cantera muerde la montaña a menos de doscientos metros de la cueva. Esperemos que la respete y que un sitio tan especial y con una historia tan antigua no sea víctima de las palas excavadoras.
Aquí presento un croquis de la planta de la cueva que no pretende ser exacto. Como puedes ver el dibujo no es lo mío, pero creo que el plano viene bien para seguir la distribución y los posibles usos diferenciados de la cavidad. Si pulsas sobre el plano lo podrás ver con más detalle.
El gran abrigo está dividido en su interior en dos cavidades más pequeñas. La cavidad norte, es más pequeña, tiene 9 metros de ancho y 9 de profundidad. Su techo disminuye en altura de manera acusada hacia el interior, dándole cierta forma de embudo. El abrigo sur está limitado por tres grandes rocas que crean un espacio habitable de 11 x 14 metros. El abrigo norte está orientado hacia el OSO y el abrigo sur hacia el NO.
Las grandes rocas que delimitan la cavidad sur hacen pensar que este lugar más resguardado era el más utilizado por los hombres prehistóricos que ocuparon la cueva. Durante el día también usarían el amplio espacio que se abre delante del abrigo. Cuando el sol se escondía tras el horizonte podemos suponer que se resguardarían al amor del fuego en el abrigo, tras las grandes rocas. El espacio entre las tres grandes rocas (2,20 metros y 2,90 metros) lo taparían con vegetación o troncos para protegerse aun más de las inclemencias del tiempo. Cuando se descubrió el yacimiento arqueológico en 1973 por el estellés Miguel Cans Urchaga, él y su hijo hicieron una excavación al fondo de esta cavidad y encontraron los restos de cenizas de un hogar. Esta hoguera seguramente calentó a los expertos cazadores de hace 10 milenios que utilizaron la cueva como refugio.
Rocas que delimitan la cavidad sur
El suelo del abrigo norte está cubierto por una gran laja de piedra de varios metros de largo. Es curioso que esta plancha pétrea está rota por la mitad, creando a modo de dos asientos enfrentados muy apropiados para sentarse. Estos asientos naturales bien pudieron usarse por los habitantes prehistóricos de la cueva como lugar de trabajo. Si nos sentamos en uno de ellos podemos darnos cuenta como el asiento-roca enfrentado queda a una altura perfecta como superficie de apoyo. Quién sabe si aquí tallaron las herramientas líticas con las que cazaban. Además, por su orientación OSE la cavidad norte tiene más horas de luz que la cavidad sur, lo que la hace más apropiada para estos menesteres (talla lítica, preparación de las piezas cazadas para el consumo, etc)
En resumen: La cavidad sur pudo ser utilizada preferentemente como lugar de habitación, mientras que la cavidad norte es ideal como lugar de trabajo (taller de sílex).
Entre los materiales encontrados en el yacimiento se encontraron herramientas de sílex que sirvieron a los investigadores para adscribir el yacimiento al Paleolítico terminal. Ignacio Barandiarán destaca como pieza principal una curiosa punta pedunculada. El arqueólogo cree que es “casi el único ejemplar reconocido del “tipo de Teyjat” al Sur del Pirineo.” Y añade: “Encaja muy bien, desde luego, entre los más sofisticados o prototípicos de los catalogados en el Paleolítico terminal del Sudoeste europeo”. En el siguiente dibujo, extraído del artículo de Barandiarán sobre la cueva, podéis ver esta singular pieza de sílex. ¿Esta punta de flecha pudo ser confeccionada en los bancos naturales de piedra del abrigo norte por uno de los habilidosos habitante de la cueva?
Es de suponer que los grupos de cazadores magdalenienses que aquí se refugiaban tendrían un territorio de caza bastante extenso, que abarcaba no solo el monte de Alaiz, sino también buena parte de la cuenca de Pamplona. De esta manera diversificaban la caza. A poco más de cuatro kilómetros de la cueva esta la laguna de La Morea, en el pueblo de Beriáin. En la antigüedad también debió ser esta una zona húmeda donde los animales acudirían a beber. Buen lugar para cazar un gran ciervo, un pesado jabalí o ¿tal vez un bisonte?
Desde la boca de la cueva se disfruta de una gran panorámica. La sierra del Perdón se levanta enfrente de la cueva, al otro lado del paso del Carrascal. El dominio visual sobre el paso del Carrascal es total. Abajo, las ruinas del castillo de Tiebas nos vuelven a recordar lo estratégico de este paso. Los soldados del castillo vigilaban el trajín de personas o de tropas hostiles hacia Pamplona. Los habitantes de la cueva vigilaban las manadas de animales que recorrían lo que hoy son las tierras navarras.
Al atardecer el sol calienta la plataforma en suave cuesta que se extiende delante de las dos cavidades del la cueva de Lezea. Allí, sintiendo el calor en la cara uno puede imaginarse sentado junto a uno de aquellos cazadores, ya que ese mismo calor buscarían también en los siempre insuficientes atardeceres soleados de estas latitudes. Ellos leían en la naturaleza como hoy nosotros leemos en los libros.
Desde la boca de la cueva, hacia el norte, vemos la ciudad de Pamplona. Hoy la habitan casi 200.000 personas. La Cuenca de Pamplona 360.000 aproximadamente, más de la mitad de la población total de Navarra. Hace miles de años aquellos hombres del Magdaleniense que habitaron la cueva de Alaiz fueron algunos de los primeros Homo sapiens que vivieron en la Cuenca de Pamplona.
- Ruta a la Cueva de Alaiz desde Tiebas.
Bibliografía:
Ignacio Barandiarán: “El Paleolítico terminal en la cueva de Alaiz (Navarra)”.
Amparo Castiella: “Poblamiento, territorialidad y actividad humana en la Cuenca de Pamplona. Una visión arqueológica”
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
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