El Castro de Castilviejo se encuentra cerca de la conocida ciudad de
Sigüenza, en Guadalajara, entre los pueblos de Guijosa y Cubillas
del Pinar. Es bastante desconocido. Cuando lo visité en noviembre de
2016 se había realizado cierto acondicionamiento del yacimiento
arqueológico para la visita con limpieza de maleza y la instalación
de un panel informativo. Pero lo cierto es que no estaba señalizado
su acceso ni en la carretera ni en los pueblos cercanos. Esperemos
que este artículo ayude a que esto se corrija, ya que nos
encontramos ante uno de los castros celtíberos más interesantes de
Soria y de la Comunidad de Castilla y León.
De este yacimiento arqueológico se tiene conocimiento desde 1929
aunque no fue excavado hasta 1977. Castilviejo estuvo habitado con
anterioridad a su ocupación por los celtíberos. Aquí existió un
poblado de la Edad del Bronce (s. XII-X a.C.) y posteriormente
también fue una atalaya o puesto defensivo musulmán que controlaba
la zona (s.X). Pero la importancia de Castilviejo reside
principalmente en el castro celtíbero que aquí se levantó en los
siglos IV y III a.C.
Castilviejo es un ejemplo excelente de castro
fortificado de la Edad del Hierro. El mismo nombre de Castilviejo
(castillo-viejo) nos habla de su condición fortificada que seguro
llamaría la atención desde antiguo dando nombre al lugar.
Castilviejo se encuentra enclavado en lo
alto de un monte
que alcanza los 1.150 metros de altura. El
poblado celtíbero aprovecha los cortados
rocosos que cierran por el norte y el sur la cima como defensa
natural del poblado. En cambio, en la zona oeste, más llana y sin
defensa natural, se concentran las defensas artificiales que
protegían el castro celtíbero.
Así, nos encontramos una potente muralla de
90 metros de longitud y 2 metros de grosor. La muralla está
compuesta por varios tramos y
llega de escarpe a escarpe. La muralla
parece levantarse sobre un elevamiento artificial del terreno ganando
así altura y capacidad defensiva. Está
acodada y además está precedida de un
foso. La muralla y los escarpes delimitan
un triángulo superficial de
entre 3.000 y 4.000 metros cuadrados,
cuyos lados serían la muralla y los dos escarpes. En el espacio
delimitado por estas defensas es donde estaban las viviendas del
poblado.
En el extremo sur la muralla estaba reforzada por
un torreón rectangular de 13x6 metros del
que queda apenas el derrumbe de sus piedras. En
el extremo norte se encontraba la entrada del poblado. Pero lo más
sorprendente y lo que más llama la atención y hace realmente
curioso a este poblado son los campos de piedras hincadas que
dispuestos delante de la muralla y del foso hacían sumamente difícil
la aproximación de los enemigos hacia el castro. Así, nos
encontramos dos campos de piedras hincadas de
56X18 metros y de 40x24 metros. Están
separados por un estrecho pasillo de 4
metros de anchura que era el único lugar por donde era fácilmente
accesible el acceso al poblado. Hay que ponerse en el lugar de los
atacantes para ver lo efectivo que era el uso de este sistema para
impedir el uso de la caballería y por supuesto dificultar de manera
importante el avance de la infantería hacia la muralla del poblado y
hacia la entrada del mismo. Castilviejo no es un caso único en el
uso de piedras hincadas, pero no son muchos los castros de la Edad
del Hierro que usaban los campos de piedras, menos en que se han
conservado y menos todavía los que lo conservan tan bien como en
Castilviejo.
Los atacantes para acceder a la entrada el poblado, que
siempre era el lugar más vulnerable de las murallas de los castros,
tenían primero que entrar por el estrecho pasillo entre los dos
campos de piedras hincadas, con lo que su concentración en un
espacio tan reducido les haría más vulnerables a los ataques de los
defensores. Después de atravesar este pasillo entre los campos de
piedras hincadas tendrían que girar a la izquierda para llegar a la
puerta por el fondo del foso que hay ante la muralla. Eso es una
nueva ventaja de los defensores que desde la altura les tendrían a
su merced. Además al estar hacia la izquierda la entrada del poblado
eso suponía que los atacantes tenían que avanzar dejando el costado
derecho más ofrecido hacia los defensores. Eso significa que el uso
del escudo, que generalmente se porta en el brazo izquierdo, quedaría
dificultado.
Sube a lo alto de la muralla. Desde allí contempla los campos de piedras hincadas y se consciente de tu posición defensiva. Seguramente imagines como un celtíbero, desde allí, sentía que él y los suyos estaban más protegidos.
Sistema defensivo del yacimiento -panel informativo |
Sube a lo alto de la muralla. Desde allí contempla los campos de piedras hincadas y se consciente de tu posición defensiva. Seguramente imagines como un celtíbero, desde allí, sentía que él y los suyos estaban más protegidos.
Vista del campo de piedras norte desde la muralla del poblado de Castilviejo |
Sin duda, lo más importante de
Castilviejo es el sistema defensivo que ha conservado. Respecto a las
viviendas poco se ha excavado y solo podemos ver varios
compartimientos de viviendas que se han sacado a la luz adosados a la
muralla por su interior.
El enclave de Castilviejo era estratégico, con un amplio dominio visual del territorio. Controlaba caminos que debieron ser claves en las guerras celtíberas. De ahí las extenas panorámicas que podemos contemplar desde la explanada donde se encontraban las viviendas o desde la misma muralla. Desde la muralla, a lo lejos, se puede apreciar el bonito castillo de Guijosa.
El enclave de Castilviejo era estratégico, con un amplio dominio visual del territorio. Controlaba caminos que debieron ser claves en las guerras celtíberas. De ahí las extenas panorámicas que podemos contemplar desde la explanada donde se encontraban las viviendas o desde la misma muralla. Desde la muralla, a lo lejos, se puede apreciar el bonito castillo de Guijosa.
Panorámica desde el extremo norte de la muralla, donde se encontraba la entrada del poblado |
En este enlace puedes encontrar información para visitar el castro del Castilviejo, con la localización, un mapa y soporte para gps.
© Julio Asunción